lunes, 9 de agosto de 2021

Identidades y diversidades

Dimensión simbólica de las relaciones humanas. Construcción de las identidades. Desigualdad. Diversidad. Diferencia. Exclusión e inclusión.


Los seres humanos no sólo captamos señales del ambiente, sino que además podemos asignarle valor. Para un perro, un árbol es un árbol, sin embargo para los seres humanos, un árbol puede significar diversas cosas, dependiendo de la realidad, el contexto, etc. En la dimensión simbólica, se manejan diferentes aspectos: entran en juego las creencias, los rituales, los significados, las concepciones ideológicas, las identidades, etc. Sin duda, estamos hablando de un desarrollo cultural, puesto que son las cosas que hacemos las personas, y si “somos lo que hacemos” mucho de lo que hacemos es para decifrar. Somos individuos simbólicos, y esto no tiene límite. Si entendemos que la mente, el razonamiento y las diversas inteligencias son nuestras características adaptativas, podemos comprender que nuestro desarrollo cultural puede ser infinito. Estamos hablando de un gran potencial.

El desarrollo simbólico implica el significadi que le damos a las cosas. Es lo que nos permite interpretar y modelar la realidad, y trascender los límites sensoriales. Por eso, podemos reflexionar, crear lenguajes y comunicarnos, elaborar pensamientos, representar creencias, teorías y conceptos. Cuando encontraron la piedra rosetta en Egipto (piedra que permitió comenzar a decifrar los jeroglíficos) uno de los científicos dijo que si un ser humano lo había escrito, un ser humano podría decifrarlo. Hoy en día deberíamos pensar más de este modo, ya que hay tantas realidades como personas en el mundo. Tenemos en nuestra sociedad una desigualdad de base; no todos nacemos con las mismas posibilidades y no todos vivimos las mismas cosas. Además, por nuestra forma de ser y por nuestros desarrollos, somos diversos. TENEMOS DIFERENCIAS.

Una vez, una mujer joven se acercó a un hombre en situación de calle. Luego fue a un local de comidas rápidas y compró un almuerzo para ella y uno para ese hombre. Se acercó nuevamente, le dió el almuerzo, el hombre agradeció y ella finalmente se sentó junto a él. Almorzaron juntos y pudieron conversar. Este hombre tenía hijos, pero consideraba que había sido muy mal padre por cosas que había hecho y resolvió desaparecer de la vida de ellos para “hacerles un bien”. La joven mujer no volvió a verlo, pero podemos entender algo muy importante. Pudo conocer la realidad, la historia y vivencias de otra persona. Sin duda, tuvo que vencer prejuicios y temores, de hecho esto no significa que todos debamos salir corriendo a hablar con mendigos, aunque muchas veces sacamos conclusiones sobre personas que están cerca nuestro, sin siquiera preguntar qué es lo que les pasa.

Las personas formamos grupos en los cuales vivimos. A veces no incluyen y otras veces somos excluidos. Inclusión, exclusión, personas aisladas, valores, prejuicios, habladurías, miedos, animarse a ser, etc. Son todos elementos de nuestra vida cotidiana que podrían resolver hablando. Si somos seres simbólicos, no podemos quedarnos en la cáscara. Debemos comunicarnos para decifrar a las personas que nos rodean, para emitir juicios de “valor” y no críticas “destructivas”. Cada persona tiene una historia. Debemos conocer algo para poder conectarnos correctamente.

En estos últimos tiempos, solemos andar muy en nuestras cosas y con nuestros celulares a cuestas, como si fuésen partes de nuestras manos. Es claro que estamos mucho tiempo en las redes sociales y sin embargo no sabemos mucho el uno del otro. Con el avance de la tecnología las personas entamos siendo “interrumpidas” constantemente. Además en las redes mostramos lo que queremos y publicamos las cosas en las que quedamos mejor. Hasta los “escrachos” son para quedar como graciosos o simpáticos. Si a esto le agregamos la pandemia y la cuarentena, podríamos indagar acerca de las cámaras apagadas. Sin duda, entramos en otra área de la dimensión simbólica. Nos adentramos en un monstruo complejo: la despersonalización. Esta bestia sumada a la poca comunicación (muchas veces mala) ocasiona la aparición de depresión, ansiedad, ataques de pánico, incertidumbre... el gran elemento que tenemos para poder ser mejores es la COMUNICACIÓN. Antes, de religión y política no se hablaba; ahora, deberíamos HABLAR DE TODO.

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